De todas maneras, aquel estilo había sido ya “dibujado” unos pocos años antes. El alemán Erich (o Erik) Rademacher era un bracista que había llevado su estilo a la máxima eficiencia, tanto en el aspecto técnico como en el cronométrico. Era un estilista de brazada larga y patada amplia, una braza, por así decirlo, majestuosa, muy deslizante, y decir “Rademacher” en aquel tiempo era sinónimo de “braza”.
En el aspecto cronométrico, el alemán se adjudicará, desde el primero, un 20 de septiembre de 1921 (el de los 400 metros en 6,12”8) hasta el último, 11 de marzo de 1927 (los 200 metros en 2,48”0) un total de ocho récords mundiales, además de dos títulos europeos, y una medalla de plata olímpica, en 1928, y una posible de oro, si tenemos en cuenta que en 1924, época de máximo esplendor del bueno de “Rade”, el Comité Olímpico francés no había invitado a los alemanes a participar en los Juegos de París-1924, con lo que nuestro amigo, recordista mundial y máximo favorito de la prueba, se quedó sin poder participar en aquellos Juegos (suponemos que era por aquello de la “liberté, egalité, et fraternité” que tanto gusta a nuestros vecinos).
Así que, un día de aquellos en que estaba de buen humor, debería ser hacia 1926, al buenazo de Rademacher se le ocurrió pensar en qué pasaría si recuperara los brazos, sacándolos fuera del agua, en lugar de llevarlos, como cualquier bracista de rancio abolengo (y mucho más él, que era el rey, que digo el rey, el emperador, de los bracistas) por debajo del agua. Dicho y hecho; empezó a nadar braza, pero cuando abría los brazos y los llevaba, poco más ó menos, a la altura de los hombros para iniciar el recobro, en lugar de continuar normalmente su brazada, los sacaba fuera del agua, llevándolos por encima, hasta juntarlos al frente, y, hundiéndolos al iniciar una nueva brazada. Quizás no había inventado todavía la mariposa tal y como la conocemos hoy en día, pero si que había hecho el primer esbozo del estilo que años después seria conocido con este nombre.
“Rade” tampoco es que tuviera mucha confianza en “aquello” que se había sacado de la manga, y únicamente lo utilizaba en competiciones menores, nunca en las internacionales, y no tan solo por la posibilidad de ser descalificado, sino también porque aquello de sacar los brazos fuera del agua, sinceramente, para que vamos a negarlo, resultaba “un poco cansado”, y, por tanto, poco práctico, por lo que solo lo usaba una o dos veces antes y después de los virajes, o un par o tres de brazadas a seguir a la salida. Todo con mucha calma y moderación.
En 1927, nuestro amigo hizo una gira por los USA y allí, para asombro de nadadores, espectadores y jueces, se sirvió de aquellos “estrambóticos” movimientos. ¡Horror!, clamaron sus rivales; ¡horror!, ¡anatema!, gritaron los jueces encargados de vigilar que se nadara como era debido.
Más cuando comenzaron a hablar de descalificar al alemán, a nuestro buen amigo “Rade” se le hincharon.....las narices. Como buen alemán, cogió el Reglamento de Natación, y se enfrentó con furia germánica a los jueces: “vamos a ver”, les espetó, “díganme Vds. donde dice que los brazos no pueden sacarse fuera del agua en el recobro de la brazada.....vamos a ver.....diganme..... vamos, vamos.....”; los pobres jueces, que en aquel tiempo ignoraban que un alemán con un reglamento en la mano es poco menos que invencible, buscaron.....y buscaron.....y rebuscaron.....pero nada encontraron; y al final tuvieron que darse por vencidos. Si bien era verdad que aquellos movimientos no se adaptaban al espíritu del reglamento del estilo braza, si lo hacían a su letra, y, por lo tanto, nuestro amigo “Rade” salía airoso de su contienda con los representantes de la justicia natatoria del Tio Sam, dejándolos con un palmo de narices.
El caso es que, a pesar de todos estos avales de que sus movimientos eran correctos, nuestro “Rade” no se fiaba ni de él mismo, por lo que al año siguiente, en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, ya en el declive de su carrera deportiva, nadó la final frente al japonés Yoshiyuki Tsuruta, sin usar movimientos de mariposa, por si acaso la “justicia deportiva” triunfaba esta vez. El resultado fue, como ya hemos dicho, que “Rade” fue vencido por Tsuruta, y no pudo conseguir aquella medalla de oro que cuatro años antes en París hubiera podido ganar, pasando a ser, quizás, el primer gran derrotado de la historia olímpica.
Vámonos ahora a los USA. “Rade” ya es solo un recuerdo deportivo, retirado de la natación. Nos encontramos ahora en una de estas famosas universidades de los USA y aquí vamos a tener que divergir en nuestro relato, puesto que hay dos versiones para un mismo resultado, sin que la historia se aclare (ocurre en demasiadas ocasiones esto de que la misma historia sea diferente para diferentes espectadores) de manera que vamos a contarlas las dos:
1) Para unos ocurrió en una final universitaria de las 150 yardas estilos (50 yardas en espalda, braza y crol) hacia 1933, cuando un tal Henry Myers nadó su tramo de braza en “aquella cosa rara” (bueno, queremos decir en mariposa) causando, evidentemente, otro lío entre los jueces, aunque Myers, que ya estaba al corriente de lo que había pasado con “Rade” no se acoquinó, y les plantó cara como lo había hecho el alemán en su momento, saliéndose muy airoso del zafarrancho, puesto que no fue descalificado.
2) Un eminente entrenador USA, David Armbruster (al que vamos a encontrar un poco más adelante) abona esta teoría, por lo que, para nosotros, es la más creíble. Según este “coach”, fue el nadador Lester Kaplan, del College of City of New York, quien empleó de nuevo la mariposa en el curso de un encuentro “dual” (entre dos universidades) nadando contra John Schmieler, campeón universitario de braza; durante tres cuartos de prueba, 75 yardas, Kaplan, con su mariposa, resistió al bracista, hasta que este, debido al cansancio de su rival, consiguió superarlo en el último largo.
Recomenzaron de nuevo las discusiones sobre la mayor o menor legalidad de aquellos movimientos, pero esta vez no se cumplió aquello de que “segundas partes nunca fueron buenas”, y los jueces, muy a pesar suyo, hubieron de dictaminar, como con habían hecho con Rademacher, de que si los movimientos no se adaptaban al espíritu del reglamento, sí lo hacían a su letra, y, por lo tanto, aquella nueva modalidad de la braza era perfectamente legal.
Situada ahora en los USA, un país que siempre ha rendido culto a la velocidad, la braza-mariposa
(como se la llamaba, para distinguirla de la braza clásica) empezó a “volar” con impulso propio, ¡y que impulso!. Un 22 de febrero de 1935, otro norteamericano, John Higgins, nada unos 100m.braza en 1,10”8, usando a lo largo de toda la prueba braza-mariposa. Es la primera vez que un “mariposista” consigue batir el récord mundial de un bracista clásico (el anterior era del francés Jacaques Cartonnet en 1,12”4 desde el 24 de febrero de 1933).
Un año después, exactamente el 28 de marzo de 1936, otro norteramericano, Jack Kasley, consigue, empleando también la braza-mariposa a lo largo de toda la prueba, un tiempo de 2,37”2 en los 200m.”braza”, superando los anteriores 2,39”6 del ya mencionado Cartonnet el 4 de mayo de 1935.
Digamos también que en categoría femenina, la modalidad de mariposa tardó mucho más tiempo en implantarse, y que, en realidad, nunca se impuso claramente, como sí lo hizo entre los hombres, a las bracistas clásicas. Una brasileña, Maria Lenk, era la primera “mariposista” recordista mundial, cuando el 11 de octubre de 1939, supera el récord de los 400 metros en 6,15”8, nadando toda la prueba en mariposa. Al mes siguiente, 8 de noviembre, supera el de los 200 metros con un tiempo de 2,56”0. Pero estos serán los récords mundiales superados en “mariposa” hasta que la francesa Gisele Vallerey, 1,17”4 en 1950, y la húngara Eva Szekely, 1,16”9 en 1951, superaron los del hectómetro, antes de la definitiva separación de ambos estilos.
A partir de aquel momento, sin embargo, los “mariposistas” Irán ganando terreno aceleradamente, imponiéndose, primero, a los bracistas clásicos con algunas alternativas (en las grandes competiciones internacionales que se disputaban en piscina de 50m., como los JJ.OO. de Berlin-1936, o los Europeos de Magdebourg-1934 y Londres-1938, los bracistas todavía lograron imponerse, puesto que la piscina corta beneficiaba, y mucho, a los mariposistas, que podían descansar en los virajes, cosa que no podían hacer en piscina larga, para terminar “arrinconándolos” literalmente, hasta el punto de que en la final olímpica de Londres-1948, un solo bracista clásico consiguió un lugar entre los ocho finalistas, el holandés Bob Bonte, consiguiendo el octavo y último lugar de esta final, mientras cuatro años después en los Juegos de Helsinki-1952, ningún bracista clásico consiguió un lugar en las semifinales de la prueba, visto lo cual, y ante el peligro, real, de que la braza clásica desapareciera como estilo de competición, “sumergida” por el alud de practicantes de mariposa, la FINA se decidió (ya tenia que haberlo hecho ocho o nueve años antes) a separar ambas modalidades, convirtiendo la “braza-mariposa”, ahora ya bajo el nombre de “mariposa” en el cuarto estilo de competición.
No vamos a terminar, por ello, nuestro viaje a este nuevo mundo de los lepidópteros acuáticos (al cual pertenecen la mariposa) sin mencionar otro hecho acaecido igualmente en la década de los 30 del pasado siglo, una década que para la historia de la natación reviste una gran importancia, puesto que fue una época en la que florecieron grandes nadadores y entrenadores que dejaron un importante legado para nuestro deporte.
Decíamos, pues, que en 1935, aquel entrenador USA del que hemos hablado anteriormente, David Armbruster, asociado a uno de sus discípulos, Jack Sieg, pone a punto un nuevo estilo. Armsbruster, consciente de que la gran rémora de la “braza-mariposa” (igual que de la braza clásica”) es la patada, pone en práctica una nueva modalidad de patada (a la que bautizaron como “fishtail” es decir, cola de pescado) en la que las dos piernas, unidas, golpean el agua arriba y abajo, como un doble batido de crol, aunque con las rodillas ligeramente más dobladas, lo que, por reacción, produce otro movimiento de vaivén de las caderas, también ascendente-descendente.
Con esta modalidad de patada, Sieg consigue un tiempo de 1,00”2 en las 100 yardas “mariposa”, un tiempo que podía equivaler a unos 1,07”-1,08” en los 100 metros (cuando el récord mundial eran aquellos 1,10”8 del mencionado John Higgins), un tiempo mucho mejor que el primer récord mundial de las 100 yardas homologado por la FINA en 1939, los 1,02”1 de J.W.Skinner, y que no fue superado hasta 1947 cuando Keith Carter consiguió el récord mundial en 1,00”1.
Evidentemente, la “justicia deportiva”, representada por los señores jueces, no estaban dispuestos a dejarse “colar” esta “heterodoxia” como antes habían tenido que dejarse colar la de la mariposa. Aquella patada no cumplía, ni de lejos, la legalidad admitida para la braza (obertura más ó menos amplia de las piernas, llevando los pies a los lados y atrás, “reglamento dixit”) y ni Armsbruster, ni Sieg se atrevieron a presentar su “invento” en “sociedad”, puesto que aquella patada solo tenia cabida en competiciones de estilo libre.
El “invento” cayó, casi, en el olvido, y se fue empolvando.....hasta que un nadador ruso, en los últimos años de la década de los 30, lo volvió a sacar del olvido, no se sabe sí enterado de la experiencia de Armsbruster y Sieg, o porqué allí en la URSS tampoco se chupaban el dedo, y de eso de natación también sabían un rato largo. El caso es que aquel tal Symeon Boitshenko volvió a emplear aquella patada variando ligeramente su técnica para conseguir que fuera completamente legal. Para ello, en lugar de llevar las dos piernas juntas, como Sieg, al encoger las piernas separaban un poco las rodillas y los pies, para juntarlos cuando golpeaban el agua, con lo que la patada parecía un poco más legal, aunque, vamos, tampoco no mucho más, aunque los resultados no eran nada malos puesto que en 1941 consiguió tiempos de 1,05”4 y 2,29”8 que superaban, pulverizaban mejor diríamos, los récords oficiales de la FINA, en poder del norteamericano Richard Hough en 1,07”3 en 1939, y del francés Alfred Nakache, 2,36”8 en 1941 (pocos meses antes de ser deportado a un campo de exterminio por su condición de judío, del que, sin embargo, consiguió sobrevivir).
Por desgracia para Symeon, la URSS no estaba afiliada a la FINA (a la que tachaban, naturalmente, para variar, de “organización al servicio del capitalismo”) y es por ello que aquellos récords no pudieron ser homologados, dejando de lado que ¡ aquella patada !.....mmmmmmmmmm.....
A Boitshenko le siguió una generación de nadadores magyares, con Laszlo Fejer y György Tumpek a la cabeza, que con entrenadores de renombre (con el magnífico Bela Rajki como el más significado) continuaron puliendo aquel estilo a medio camino de la “braza-mariposa” y de la “mariposa-delfin” como pasaría a denominarse más tarde aquel nuevo estilo.
No fue hasta que la FINA decretó la separación de la braza clásica y la braza-mariposa, como hemos dicho en 1952, que, por presiones de algunos países (Hungria, los USA, Japón, entre los más importantes) se añadió un articulo en el reglamento de la mariposa, según el cual se admitía “el movimiento de ambas piernas juntas en el sentido vertical”, esto es, aquel movimiento que, inventado por Armbruster en 1935, había sido perfeccionado, como quien dice, a escondidas, por entrenadores y nadadores húngaros.
Fue, aunque sin pretenderlo, el golpe de muerte a la “braza-mariposa”, que moría, prácticamente, antes de nacer, arrastrada en el torbellino de aquella patada conocida como “de delfin”, que muy pronto se convertiría en el segundo estilo más rápido de los cuatro de competición, pero al que, muchos entendidos, le reservan el papel del más rápido, de aquí a unos pocos años, por lo menos en la prueba más corta de los 50m.